El corazón hambriento como el mar. Festival SURGE. Teatro El Umbral de Primavera. Octubre 2020

jueves, 13 de abril de 2017

ZENIT La realidad a su medida

  En su último paso por Madrid cumplimos con la cita que desde hace muchos años seguimos renovando con Els Joglars, en la que nos presentaban su última obra, "Zenit. La realidad a su medida" en el Teatro María Guerrero (sede del Centro Dramático Nacional, que coproduce el espectáculo junto a la compañía catalana y al Teatro Lope de Vega de Sevilla). Estos juglares, cuya trayectoria es columna vertebral del teatro español de los últimos cincuenta años, abordan en su última aventura escénica un mordaz retrato del periodismo actual. El periodismo, que como ellos mismos dicen es "un oficio imprescindible para la democracia" y que, sin embargo, en los últimos años atraviesa una crisis por la mansedumbre (cuando no servilismo) hacia los grandes emporios que lo sustentan. Si los grandes medios están al servicio de los bancos que los financian, el panorama se torna muy negro. Sin una prensa independiente, el periodista acaba siendo simplemente un vocero de los más poderosos.
  Las intenciones loables del espectáculo se quedan, no obstante, a medias tintas. Sí que existe, por supuesto, una crítica a los mass media, pero resulta algo naíf y poco incisiva para lo que el tema podría dar de sí. Aciertan mucho más en cómo retratan el desmoronamiento personal del protagonista de la obra, un periodista que asiste atónito a la desaparición del mundo tal y como él lo conoció.
      
  La compañía, no obstante, presenta un montaje muy riguroso en su puesta en escena, marca de la casa, obsequiando al público con unas escenas en las que ver el trabajo interpretativo y de movimiento escénico es un auténtico placer. El uso inteligente de la música y las auténticas coreografías que suponen muchas escenas de la obra, unido a un fecundo nivel de creación de imágenes, nos terminan conmoviendo más por el trasfondo humano de los personajes que por el político o de denuncia del tema tratado. Sí que en algún momento el tempo de las diferentes escenas es demasiado monótono y se hubiera agradecido que el ritmo interno de la obra tuviese más cambios. También en el uso del humor patina en algún momento el espectáculo, con algunos chistes fáciles que parecen haberse escrito hace más de treinta años y que restan valor al conjunto de la obra (la alusión al ABC o las gracietas en torno a los maricas, por ejemplo).
  
  Así pues, en su globalidad, el montaje es cien por cien esencia Els Joglars y como tal se disfruta: visualmente muy potente, interpretaciones de alto nivel y exposición de uno de los problemas que nuestra sociedad tiene ante sí. La escena final es muy elocuente, viéndose en ella cómo el protagonista es, literalmente, sepultado bajo una montaña de basura que le engulle y de la que es imposible escapar. Esperemos que ejemplos de resistencia como el de esta veterana compañía cundan y la independencia de opinión y creación, la libertad de expresión, continúen entre los valores por los que todos nosotros luchamos.





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