El corazón hambriento como el mar. Festival SURGE. Teatro El Umbral de Primavera. Octubre 2020

miércoles, 29 de marzo de 2017

La Tempestad

  El pasado domingo 26 de marzo tuvo lugar la última función de "La Tempestad" en La Puerta Estrecha, teatro de Lavapiés cuya compañía coproduce el espactáculo junto a AlmaViva Teatro. Desconozco si se volverá a tener opotunidad de ver este montaje estrenado el pasado año, pero al margen de esto tuvimos la sensación de estar viviendo algo único con esta representación. Ojalá pudiera tener más recorrido y lo pudiera disfrutar más público. La puesta en escena de esta obra final de Shakespeare, obra maestra con múltiples capas de lectura, es rigurosa y al mismo tiempo muy gustosa de ver, fruto de un trabajo de investigación que puede adivinarse profundo, y fluye de manera fácil y emocionante. La dirección de César Barló, limpia pero llena de recursos, nos guía por esta isla (literalmente, el público es conducido por diferentes espacios del edificio del teatro al avanzar las escenas) mezclando magia y realidad, tal y como el texto requiere. Hay escenas realmente brillantes, como la de la presentación de los personajes de Trínculo y Estéfano y su encuentro con Calibán, o la escena de amor entre Miranda y Fernando (la mejor escena de amor que he visto en teatro desde hace mucho). Dos horas de función que se pasan volando, como si de una argucia mágica de Próspero mismo se tratara.
  Todo esto, desde luego, se logra también gracias a un elenco con interpretaciones de gran nivel. No me gustaría destacar a unos por encima de otros (nueve intérpretes en escena, sólo por esto ya habría que aplaudir una producción independiente como ésta), ya que el conjunto de todos ellos es lo que hace que todo funcione como un engranaje engrasado en la noche de los tiempos. Con esta Tempestad nos reímos, nos emocionamos, tenemos el alma en vilo queriendo saber cómo se resuelve todo, aunque ya nos conozcamos la obra. Al final, cuando Ariel se quita por vez última sus patines, cuando Próspero se dirige por última vez a todos los congregados junto a él, la emoción se palpa en el aire y se produce una catarsis verdadera, la del teatro con mayúsculas, la del que surge de las tripas y del corazón y puede, justamente llamarse arte.





martes, 28 de marzo de 2017

BlaBlaDad

  Escribir una obra de teatro no es fácil, y que ésta dure quince minutos, trascienda la anécdota y quede redonda, lo es más si cabe. Y la comedia que hemos podido disfrutar en Microteatro Madrid, el conocido espacio de la calle Loreto y Chicote, reúne todas las características antes citadas. Porque, a pesar de su tono cómico, la pieza aborda un tema en el que el conflicto mostrado, nos provoca algo más que risa. Cierto es que la situación se lleva a un extremo, de ahí su gran comicidad. Pero no por ello dejamos de sorprendernos, igual que esa hija que ve como el empoderamiento adquirido por su padre a través del teléfono móvil la desplaza del estatus que ocupa dentro de su propia familia. Y por debajo de todo esto subyace, aunque sea a través de la caricatura, una mordaz lectura sobre las relaciones que hoy en día establecemos a través de aplicaciones y redes sociales. Así, la llamada economía colaborativa, colabora en este caso al distanciamiento absurdo entre un padre y una hija.     
  Los personajes los bordan Ángel Savín y María Kaltembacher; él, totalmente creíble en su afán de ridículo ascenso empresarial y ella muy convincente ante el descuadre personal y el asombro que le genera la disparatada situación. El texto de Almudena Vázquez, quien también dirige la obra, tiene algo de comedia berlanguiana, por su tipo de humor y por cómo nos presenta el conflicto. Y más si trazamos una línea imaginaria a través del tiempo, ya que el genial director nació y se crió en Valencia, ciudad de la que proceden los personajes y destino último al que quieren regresar.
  Tiene algo de espíritu fallero este "BlaBlaDad", mas a este ninot desde luego hay que indultarlo, ya que con él, el público tiene el disfrute asegurado.



  

  

lunes, 27 de marzo de 2017

Isabelle Huppert. Día Internacional del Teatro 2017

  Desde 1961, el Instituto Internacional del Teatro (ITI, por sus siglas en inglés), dependiente de la UNESCO, celebra el Día Internacional del Teatro. Un día de celebración y reivindicación de nuestro arte, que cada año va acompañado de un mensaje escrito por alguna personalidad del mundo escénico. Este 2017, la encargada de redactar dicho mensaje es la actriz francesa Isabelle Huppert, a la que en nuestro país conocemos más por sus trabajos en cine aunque tenga también una sólida trayectoria sobre las tablas (en la foto, en el papel de Medea, Festival de Avignon, 2000.)
   A continuación transcribo el texto completo de su mensaje, del que remarcaría cómo puntualiza que desde 1962 sólo a ocho mujeres se les ha encargado la redacción del mismo. Habría que reivindicar entonces una mayor presencia de la mujer en la dirección de festivales, de teatros, en los órganos directivos del mundo cultural. Si el teatro y la cultura en general aspiran a un enriquecimiento de nuestras vidas, a que tengamos una mirada amplia y sin prejuicios sobre nuestra realidad, no lo podrán lograr sin la presencia de la mujer. Este es el mesaje:

  "Bueno, aquí estamos otra vez. Reunidos de nuevo en primavera, cincuenta y cinco años después de nuestra reunión fundacional, para celebrar el Día Mundial del Teatro. Un solo día, veinticuatro horas, que comienzan de la mano del teatro NO y del Bunraku, que pasan por la Ópera de Pekín y el Kathakali, brillando entre Grecia y Escandinavia, de Esquilo a Ibsen, de Sófocles a Strindberg, entre Inglaterra e Italia, de Sarah Kane a Pirandello, y también Francia entre otros, donde nos encontramos, y donde París es la ciudad del mundo que atrae a más grupos de teatro internacional. En esas 24 horas podemos ir de Francia a Rusia, de Racine y Molière a Chejov, e incluso atravesar el Atlántico para acabar en una universidad californiana, tentando a jóvenes a reinventar, quizás, el teatro.

  De hecho, el teatro renace cada día de sus cenizas. No es sino una convención que hay que abolir incansablemente. Así es como sigue vivo. El teatro tiene una vida abundante que desafía el espacio y el tiempo, y las obras más contemporáneas se nutren de los siglos pasados, los repertorios más clásicos se hacen modernos cada vez que son subidos de nuevo a escena.
  El Día Mundial del Teatro no es pues, obviamente, un día cualquiera de nuestras vidas que deba ser tomado de forma banal. Hace revivir un inmenso espacio-tiempo y, para evocarlo, querría citar a un dramaturgo francés tan genial como discreto, Jean Tardieu: hablando del espacio, se pregunta “cuál es el camino más largo para ir de un punto a otro.” Sobre el tiempo, sugiere “medir, en décimas de segundo, el tiempo que se tarda en pronunciar la palabra 'eternidad''. Sobre el espacio-tiempo, también dice: “Antes de dormir, fija tu mente en dos puntos del espacio, y calcula cuánto tiempo se tarda, en un sueño, en ir de uno a otro”. Es la frase “en un sueño” la que siempre me da vueltas en la cabeza. Pareciera que Jean Tardieu y Bob Wilson se hubieran encontrado.
  También podemos resumir nuestro Día Mundial del Teatro, citando las palabras de Samuel Beckett que hace decir a Winnie en su estilo expeditivo: “¡Oh, qué hermoso día habrá sido!”
  Al pensar en este mensaje que tengo el honor de que me hayan pedido que escriba, he recordado todos los sueños de estas escenas. Por eso puedo decir que no he venido a esta sala de la UNESCO yo sola. Todos los personajes que he interpretado en escena me acompañan. Personajes que parecieron irse cuando caía el telón, pero que han cavado una vida subterránea en mí, dispuestos a ayudar o destruir los personajes que les sucedieron. Fedra, Araminte, Orlando, Hedda Gabbler, Medea, Merteuil, Blanche Dubois... Me acompañan también todos los personajes que he adorado y aplaudido como espectadora. Y por eso es por lo que pertenezco al mundo. Soy griega, africana, siria, veneciana, rusa, brasileña, persa, romana, japonesa, marsellesa, neoyorkina, filipina, argentina, noruega, coreana, alemana, austriaca, inglesa, realmente del mundo entero. Esa es la auténtica globalización.
  En 1964, con ocasión de este Día Mundial del Teatro, Laurence Olivier anunció que, tras más de un siglo de lucha, por fin se acababa de crear en Inglaterra un teatro nacional que él quiso transformar inmediatamente en un teatro internacional, al menos por su repertorio. El tenía muy claro que Shakespeare pertenecía al mundo.
  Me ha encantado saber que el primer Mensaje de estos Días Mundiales del Teatro, en 1962, se le confió a Jean Cocteau, por ser autor del libro “La vuelta al mundo en 80 días otra vez”. Yo he dado la vuelta al mundo de forma diferente. La he dado en ochenta espectáculos u ochenta películas. Incluyo aquí películas en las que no distingo entre hacer teatro o cine, que sorprende cada vez que lo digo pero es cierto, es como es. Ninguna diferencia.
  Al hablar aquí no soy yo. No soy una actriz. Soy sólo uno de esos incontables personajes gracias a los cuales el teatro sigue existiendo. Es un poco nuestro deber. Y nuestra necesidad. Cómo expresarlo... Nosotros no hacemos que el teatro exista. Es gracias al teatro que nosotros existimos.
  El teatro es muy fuerte, resiste, sobrevive a todo, a las guerras, a las censuras, a la falta de dinero. Es suficiente con decir “la escena es un escenario vacío de un tiempo indeterminado” y hacer entrar a un actor. O una actriz. ¿Qué va a hacer? ¿Qué va a decir? ¿Van a hablar? El público espera, se va a saber, ese público sin el que no existe el teatro, no lo olvidemos nunca. Una sola persona de público, es público. ¡Esperemos que no haya muchas sillas vacías! Salvo en la obra de Ionesco. Al final la Vieja dice: “Sí, sí, muramos en plena gloria... Muramos para entrar en la leyenda... Al menos tendremos nuestra calle.”
  El Día Mundial del Teatro existe desde hace ahora cincuenta y cinco años. En cincuenta y cinco años soy la octava mujer a la que se le pide pronunciar un mensaje, bueno, no sé si la palabra “mensaje” es la adecuada. Mis predecesores (¡se impone el masculino!) hablaron del teatro de la imaginación, de libertad, del origen, evocaron la multiculturalidad, la belleza, las preguntas sin respuestas... En 2013, hace tan solo cuatro años, Darío Fo dijo: “la única solución a la crisis, reside en la esperanza de una gran caza de brujas contra nosotros, especialmente contra los jóvenes que quieren aprender el arte del teatro: así surgirá una nueva diáspora de comediantes, que hará surgir de estas limitaciones unos beneficios inimaginables para una nueva representación.” Beneficios inimaginables es una fórmula digna de aparecer en un programa político, ¿no? Como estoy en París poco antes de unas elecciones presidenciales, sugeriría a aquellos que pretenden gobernarnos, que estén atentos a los beneficios inimaginables aportados por el teatro. Y por supuesto, ¡nada de caza de brujas!
  El teatro para mí es el otro, el diálogo, la ausencia de odio. La amistad entre los pueblos. No sé ahora mismo qué significa exactamente, pero creo en la comunidad, en la amistad de los espectadores y los actores, en la unión de todos a los que reúne el teatro, los que lo escriben, los que lo traducen, los que lo explican, los que lo visten, los que lo decoran, los que lo interpretan, incluso, los que van. El teatro nos protege, nos acoge... Creo de veras que nos ama... tanto como le amamos.
  Recuerdo a un viejo director de la vieja escuela, que antes de que se levantara el telón, entre bambalinas, decía cada noche con voz firme: “¡Paso al teatro!”
Estas serán mis últimas palabras. Gracias."

Traducción: Fernando Bercebal 
  Me ha llamado también la atención en el mensaje, que en su recorrido por la escena universal no se pronuncie ningún nombre español. El valor de nuestra literatura dramática y nuestra creación escénica deberían acudir a la mente de cualquier aficionado a las artes escénicas al pensar en nombres de teatro. En cualquier parte del mundo, y más en un país vecino como Francia, donde dramaturgos y directores españoles han sido y son tan fecundos. También habría que detenerse en la identificación que hace Isabelle Huppert del teatro con el diálogo, con la ausencia de odio y que yo, personalmente, comparto. De esto deberíamos tomar nota todos nosotros para evitar tristes desencuentros, como los sucedidos en fechas recientes en la ciudad de Madrid respecto a la gestión de sus teatros municipales.
  En cualquier caso, hay que aprovechar un día como hoy para difundir el teatro, disfrutar de las numerosas actividades organizadas en esta jornada y coger impulso para seguir construyendo un tejido teatral resistente y duradero. ¡Felicidades compañer@s!

domingo, 19 de marzo de 2017

Sin palabras (se las llevó el aire...)

  Cada año esperamos con expectación el inicio de Teatralia, siempre cargado de propuestas muy interesantes en cuanto a creaciones escénicas dirigidas a niños y jóvenes. Esta temporada el arranque del festival ha coincidido con una agria polémica que ha removido la escena teatral madrileña. A mí, personalmente, me ha dejado un regusto bastante amargo el enfrentamiento entre distintos actores de la vida teatral de mi ciudad. No es mi intención extenderme aquí y ahora sobre el tema de las Naves del Matadero, aunque sí quiero reseñar que me hubiera gustado encontrar más diálogo y capacidad de entendimiento por todas las partes: si todos nosotros consideramos el escenario un lugar de encuentro y crisol de realidades, deberíamos saber trasladarlo a nuestra actividad cotidiana.
  Vuelvo al motivo de esta entrada. En el Teatro Pradillo volví a ser niño por espacio de media hora (o un adulto que no reniega del niño que lleva dentro) con LaSal Teatro y su espectáculo "Sin palabras (se las llevó el aire...)". Sugerente en muchas capas de percepción, la obra es conducida por dos personajes que por medio del juego, del descubrimiento y la sorpresa, experimentan la existencia del aire, del viento y todo lo que ello provoca. La obra está cargada de imágenes poéticas y forma una partitura perfectamente interpretada por Inma González y Eva Castillo. La primera aporta además su bonita voz para cantarnos sonidos recién nacidos, y la segunda nos demuestra su capacidad de bailarnos los sueños que aún no hemos tenido... Todo ello acunado por la música de Daniel Maldonado "Sam", evocadora y de colores reconocibles, y la bella escenografía e iluminación a cargo de Isa Soto y Juan Carlos Tamajón respectivamente.
  La importante trayectoria de esta compañía granadina y su compromiso con la creación artística sin ignorar la proyección pedagógica de su trabajo, nos brindan sobre el escenario una experiencia para disfrutarla con todos los sentidos. Una maravilla, creada y dirigida por Julia Ruiz Carazo, de la que disfrutamos todos sin importar la edad que tengamos. Y lo cierto es que en el ámbito de la creación escénica para niños, un segmento que muchos compañeros teatreros todavía consideran como de "segunda división", se dan muchas de las propuestas más creativas, originales y ricas en contenido de lenguaje teatral. Teatro sin texto, físico, experimental (de la experiencia) y además libre de dogmas y coartadas intelectuales es el que en muchas ocasiones lleva el sobrenombre de infantil. Un terreno fértil donde la libertad crativa nos regala frutos muy sabrosos como el que hoy os invito a saborear.

jueves, 2 de marzo de 2017

Interrupted


 La semana pasada terminé un curso de producción teatral, un segmento de nuestro mundillo que habitualmente se convierte en asignatura pendiente para la mayoría de los profesionales que no nos dedicamos específicamente a ello. El curso, organizado por la escuela Bululú 2120, fue impartido por Mayte Castillo, actriz y productora, que dio muestra de su amplio conocimiento, experiencia y generosidad. Un curso muy provechoso del que, esperemos, surjan muchos proyectos teatrales tarde o temprano.  


  La cuestión es que en una de las clases analizamos como ejemplo perfecto de teaser (vídeo promocional de muy corta duración de un espectáculo, y que generalmente se difunde por las redes sociales), el de un montaje de la compañía Teatro en Vilo. El espectáculo tiene el título de "Interrupted" y regresó de manera muy vívida a mi memoria, al haberlo visto yo sobre el escenario de la Escuela Navarra de Teatro (Pamplona) en octubre de 2015.


  Os invito a que visitéis la página web de esta compañía, creada en Londres en el año 2012 por artistas de diferentes nacionalidades, y dirigida por Andrea Jiménez y Noemí Rodriguez. Me alegra, además, que el recorrido de este proyecto esté siendo largo y que todavía tengan programados muchos bolos por delante. El espectáculo lo merece, y mucho. En él, las cuatro actrices que levantan esta historia únicamente por medio de su trabajo interpretativo, cuentan la historia de Anabel, una mujer triunfadora en esta sociedad competitiva en la que vivimos. Irremediablemente, sin embargo, el éxito profesional la arrastrará hasta derrumbarla y, a pesar de que la obra parece tener un tono ligero impregnado de comedia, el final que nos brindan hace que se nos encoja el estómago. Ese desmoronamiento y caída libre del personaje ya se ha tratado muchas veces en obras anteriores; pero esta propuesta nos lo cuenta, no a través de un texto como podría ser el caso del "Edmond" de David Mamet, sino a través del gesto, de un trabajo corporal fantástico, de precisión e imaginación desbordantes.
  Espero que el vídeo os abra el apetito para asistir al teatro en cuanto las programen cerca vuestro.