El corazón hambriento como el mar. Festival SURGE. Teatro El Umbral de Primavera. Octubre 2020

viernes, 18 de marzo de 2022

CASA

 


  Tras su estreno el pasado diciembre en el Teatro Lliure de Barcelona y su posterior paso por el LAVA de Valladolid, la última producción de la compañía Cross Border recaló en el madrileño teatro de La Abadía.
  Ya antes de acceder a la sala podemos hacernos a la idea de los mimbres que trenza Lucía Miranda, dramaturga y directora de la pieza, para la creación de este espectáculo. Al acercarse el público a la entrada del teatro se le entrega un trozo de papel donde cada persona debe escribir qué significa para ella el término "Casa". Posteriormente, durante la representación, algunas de esas citas serán leídas por los personajes, haciendo del hecho teatral algo comunitario, voz del aquí y del ahora.
  Y es que nos encontramos ante una propuesta de teatro documental, verbatim como ellos mismos añaden (que significa, literalmente, palabra por palabra). Al comienzo de la representación advierten que, aproximadamente, el 95% de lo dicho sobre el escenario se trata de una transcripción literal de parte del material grabado por Miranda en las cuarenta entrevistas que realizó a otras tantas personas sobre el tema central de la obra. El resto se trata de lo escrito por la dramaturga para poder entrelazar las historias de los distintos personajes sobre la escena.


  A nivel dramatúrgico enseguida se ven los pespuntes que aguantan el tejido escénico y, aunque al principio parece que el tapiz se va conformando de manera demasiado mecánica y fragmentaria (riesgo siempre presente en las propuestas que entrelazan distintos cuadros, en principio, independientes entre sí) el telar se va engrasando conforme avanza la pieza. La cuestión es que, como documento, todas las palabras dichas en la obra tienen valor, pero como literatura dramática no siempre enganchan al espectador. La escritura teatral tiene su sentido si puede decirse en un escenario, pero lo dicho por un ciudadano/a no tiene por qué funcionar sobre las tablas. Y a mí, al principio, me costó un poco entrar en la historia, a pesar de que aluda a uno de los principales problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad.
  Sin embargo, y a pesar de que tampoco se profundiza demasiado ni la denuncia apunta directamente a ninguna diana, todo va creciendo, adquiriendo esa vida real que se presuponía por su carácter documental. Y principalmente esto sucede porque el elenco está soberbio, sus interpretaciones se llenan de verdad y hacen pasar la función a otro nivel. Pilar Bergés, César Sánchez, Macarena Sanz, Efraín Rodríguez Ángel Perabá consiguen, en un despliegue interpretativo que asombra, encarnar cada uno de ellos a cuatro, cinco personajes que van y vienen, que transmutan rápidamente al pasar de una escena a otra. Consiguen que empaticemos con los protagonistas de estas historias, que realmente sintamos sus penurias, que sepamos que sus problemas son los nuestros, los de todos.


En definitiva, tras un comienzo algo titubeante, finalmente el espectáculo conmueve y todo lo que ha ido hilándolo adquiere su sentido. Y toda su envoltura, escenografía, iluminación, música, proyecciones, lo dota de una magia que provoca la simbiosis entre teatro y documental, para dar a luz un lenguaje con entidad y significado propio.
  El arte de la marioneta también se asoma en el escenario, y me hace ilusión saber que han contado con el asesoramiento de nuestro compañero Manuel Román.
  Anuncian gira nacional para el próximo otoño, os recomiendo estar atentos.



  






lunes, 7 de marzo de 2022

Palabras de caramelo

 


  Hace una semana tuvimos la suerte de que el Centro del Títere de Alcorcón recuperara esta bella pieza de la compañía Títeres María Parrato. La obra, basada en el libro de mismo título del autor valenciano Gonzalo Moure, obtuvo el premio Mejor Espectáculo en FETEN 2009 (ex aequo con "La casa del abuelo" de La Rous).
  Quien conozca alguna de las obras creadas por el grupo segoviano sabe que, aunque pasen los años, la huella que dejan permanece. Todavía me emociona recordar cuando les descubrí con otro de sus montajes, "No te asuste mi nombre". Se quejaba María José Frías, alma máter de la formación, en un encuentro programado en la pasada edición del festival Titirimadroño, de que habían debido enfrentarse en muchas ocasiones al comentario de "esto no es para niños". Aquella misma tarde también definió su forma de trabajar, de construir sus espectáculos, como "laboratorio de proceso vital". Me parece una preciosa manera de afrontar el hecho creativo y, conociendo sus propuestas escénicas, totalmente adecuado al resultado lírico y profundo que consiguen. Puedo asegurar que el niño que llevo dentro no deja de sonreír y emocionarse ante sus hallazgos. También pude comprobar que a las niñas y niños que se sentaban delante mía viendo el otro día "Palabras de caramelo" les ocurría exactamente lo mismo. Hay vida más allá de los CantaJuegos.
  María José pisa la arena de un campamento saharaui, nos dice "hay una historia, hay una historia". El viento del desierto la despliega y la pone ante nosotros. La historia de Kori, un niño sordo que aprende a leer los labios y, así, encuentra un amigo en Caramelo, un camello que se convierte en dulce compañía. Una historia de amistad y de crecimiento en la vida.
  Podría parecer que el uso de los diferentes elementos que van transformando la escena, la utilización de objetos cotidianos, en número reducido y calidad casi rudimentaria, fueran sinónimo de puesta en escena y manipulación sencilla. Sin embargo, detrás de todo ello se adivina un gran trabajo técnico, preciso, meticuloso, desbordante de imaginación y de verdad. 



  La compañía recibió en 2016 el Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud. Un reconocimiento a una trayectoria poco común en este país, pero que debería ser ejemplo de rigor y sensibilidad en el trabajo teatral dirigido a los más pequeños.