El corazón hambriento como el mar. Festival SURGE. Teatro El Umbral de Primavera. Octubre 2020

miércoles, 12 de mayo de 2021

Hoy puede ser mi gran noche

 


  Nueva oportunidad para disfrutar de este montaje en los escenarios madrileños. Sobre las tablas de El Teatro del Barrio la compañía Teatro En Vilo nos invita a compartir con ellas esta gran noche. Compartir. Esa es la sensación que a uno se le queda tras presenciar este espectáculo; que de manera generosa han compartido algo muy íntimo con nosotros. Espectáculo. Porque lo que nos ofrecen se viste como tal, ágil y divertido, aunque trascienda por mucho este hecho. Las hermanas Rodríguez, Noemi y Darlene, comparten con el público algo que les pertenece pero que, al mismo tiempo, también es nuestro. Nos cuentan sus recuerdos de infancia en la España de los noventa, ese país propulsado hacia una modernidad que tenía mucho de decorado, de brillante puesta en escena. Como mucho brillo hay en esta propuesta inteligente que baila de lo personal a lo colectivo, de lo anecdótico a lo general.
  A este baile nos invitan. Para bailar pegados, por supuesto. Sergio Dalma, Azúcar Moreno y otros éxitos de la época fueron parte de la banda sonora sobre la que, en un hogar gallego, se tejieron sueños en bucle. Sueños como los que todos tuvimos alguna vez. Algunos se cumplieron, tal vez. Otros no. Muchos se quedaron a medias. Como ellas mismas dicen esta obra es "...un canto a los perdedores, a los que nunca dejan de esperar su momento".


  Esta sociedad competitiva en la que vivimos no para de repetirnos que debemos aspirar al éxito. Mensajes de falso contenido nos animan diciendo que todo aquel que se esfuerce lo conseguirá. No siempre es así, claro. Pocos alcanzan el triunfo y muchos son los que, a pesar de todo el esfuerzo, nunca llegan a la línea de meta. Nos pasa como individuos, y visto lo visto, también como país. Born to lose, como decía la canción. Darlene y Noemi nos enfrentan a esta realidad, por medio de una risa que se alimenta de la nostalgia pero que nos confronta con el presente. Todo el despliegue escénico sume al espectador en una fiesta, aunque no pueda asegurarse la ausencia posterior de resaca. Noemi Rodríguez, con un registro interpretativo de paleta amplia, conecta con los espectadores casi desde el minuto uno. Nos sumerge en su historia familiar, en sus anhelos de niña. En cómo quería parecerse a su héroe personal, su propio padre, cantante de orquesta de quien hereda el amor por la actuación. Su energía contagiosa hace que el público empatice con su experiencia que, como ya he dicho, es la de muchos. La dirección de Andrea Jiménez consigue que sí, que pasemos una gran noche con el humor y la sensibilidad que caracterizan a esta compañía. Si podéis, no os lo perdáis.







  



viernes, 7 de mayo de 2021

Los niños del Winnipeg

 

Edurne Rankin en "Los niños del Winnepeg"

  Ayer tuvimos la suerte de que el Winnipeg fondeara en la Casa de América en Madrid. La compañía hispano-chilena La llave maestra nos ofreció un emotivo ejercicio contra la amnesia histórica. Más necesario, si cabe, en estos tiempos turbulentos que estamos viviendo. En 1939 el gobierno chileno, por medio de Pablo Neruda en condición de cónsul delegado para la inmigración española en París, fletó un barco carguero que trasladó hasta su país a cerca de 2200 exiliados españoles desde los campos de concentración del sur de Francia. Aquel viaje hacia una nueva vida comenzó un cuatro de agosto, arribando a Valparaíso un mes después, el tres de septiembre.
  El espectáculo nació en Chile para conmemorar este episodio histórico y, ahora, recorre el viaje a la inversa para que podamos disfrutarlo en nuestros escenarios. Edurne Rankin va desgranando la narración con sensibilidad y maestría contadora, poniendo voz a los niños y niñas que protagonizan esta historia. Y es que su visión sobre la experiencia de sufrir la guerra civil, el exilio atravesando los Pirineos y el viaje posterior cruzando el Atlántico, es sobre la que se sostiene la dramaturgia. 

Niños pasajeros del Winnipeg, 1939

  Una puesta en escena sencilla sustentada en la narración oral, que emociona y envuelve al espectador, apoyándose en elementos que van surgiendo del vestido mágico que porta la actriz. 
  Cuando aquellas pequeñas víctimas de la guerra llegaron a un país que no era el suyo, se les recibió con los brazos abiertos, tuvieron la oportunidad de crear un proyecto de vida y volver a echar raíces. La solidaridad entre pueblos es todavía necesaria y está llena de sentido. La solidaridad humana al fin y al cabo. Y posiciones como la que mostró la ultraderecha en la pasada campaña electoral madrileña, criminalizando a menores inmigrantes con su política del odio, deberían ser desterradas para siempre.

Pablo Neruda y el Winnipeg