jueves, 21 de octubre de 2021

Conservando memoria

 


  Cuando yo era niño, todos los años mis padres, junto a unos tíos míos, se desplazaban a la Ribera Navarra para comprar pimientos del piquillo. En aquella época la producción todavía no se había deslocalizado a China o Perú, y así, un sábado o un domingo, iban desde Pamplona hasta Lodosa o Mendavia para volver con los coches cargados de esta rica hortaliza. En los días siguientes se asaban los pimientos en casa, nuestro piso se impregnaba de ese aroma maravilloso que fluye al hacerlo. Después de asados se pelaban a mano, se retiraban las semillas y el pedúnculo y se embotaban para conservarlos durante la temporada. 
  Todo esto que acabo de describir pertenece al recuerdo. Poco a poco, el encuentro en torno a la mesa de una cocina, lo manual, lo ritual, se ha ido perdiendo. Lo frenético de nuestro actual modelo social ha ido invadiendo nuestras vidas, parece que solo lo inmediato tiene sentido; detenerse en las cosas, en los momentos, parece algo del pasado. Me gustaría pensar que el encuentro en torno al escenario de un teatro perpetúa la necesidad real que tenemos de compartir; la verdadera, no la impuesta por las redes sociales, redes en las que es fácil quedarse atrapado, auténticas redes de arrastre.



  Partiendo de la idea de embotar los recuerdos del pasado nace "Conservando memoria". Meter los recuerdos, literalmente tal y como ellos mismos dicen, en botes de cristal para su conservación: de conservare, para que permanezcan con nosotros. Un juego escénico de El Patio Teatro que se despliega como auténtico poema visual, pero que no se queda solo en la delicadeza estética con la que se ejecuta. Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López crean esta pieza como un ritual de despedida. Trenzando los recuerdos de los cuatro abuelos de Izaskun, erigieron el espectáculo como un homenaje antes de que estos ya no estuvieran. A través del lenguaje de los objetos, de lo pequeño, de lo manual, se transita de lo personal a lo colectivo, un homenaje a una generación con el que cualquiera puede sentirse identificado y emocionarse.
  Siempre pienso en esa línea invisible que nos une con el pasado y este espectáculo consigue dar puntada con hilo sobre ella. Y lo hace con un hilo realmente valioso, ya que su significado no se limita al interés propio, no esconde nada, y la desnudez de su intimidad acaba hilvanando los recuerdos de todo el público asistente.



  



  

  

  

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