El corazón hambriento como el mar. Festival SURGE. Teatro El Umbral de Primavera. Octubre 2020

domingo, 1 de enero de 2012

Nuevo año, nuevas ilusiones.


  Tras mucho tiempo sin abonar estos lares, regreso, junto a la entrada del 2012, a este espacio donde compartir con todos vosotros mis inquietudes escénicas (y algunas otras). Atrás queda ya un año de muchos cambios: el principal, y motivo por el que llevo muchos meses sin escribir estas páginas, mi traslado de residencia de Madrid a Barcelona. Este cambio ha supuesto mucho esfuerzo, aunque la recompensa por ello merece la pena, desde luego. Nuevos proyectos me están esperando y soy optimista, a pesar del oscuro horizonte que parece aguardarnos amenazante. De muchas tormentas hemos salido, y el vivirlas nos ha hecho más fuertes... Tuvo que ser un veterano comprometido como Jean-Luc Godard quien nos diera, en el cine, una de las miradas más incisivas y lúcidas sobre esta actual sociedad nuestra. En "Film socialisme" la palabra radicalismo cobra sentido, porque no hace ninguna concesión (ni en elfondo ni en la forma) y mete el dedo en la llaga. Es ARTE con mayúsculas y nos lo regaló el pasado año este joven de 81 años... (y mi agradecimiento también a ese espacio de resistencia que es el Pequeño Cine Estudio de Madrid).
  Otros jóvenes veteranos, La Zaranda, me brindaron la última función teatral que viví en Madrid. En el Teatro Español, en la Plaza Santa Ana que tantas veces paseé. Genios como siempre, aunque no tan geniales esta vez... En mi opinión, "Nadie lo quiere creer", su última creación, baja un poquito su siempre altísimo listón. Su personal lenguaje, en esta ocasión, parece ir por un atajo delicado; tuve la sensación de que en la búsqueda de la risa se escogía un camino algo fácil. Aconstumbrados como nos tienen siempre a una depuración de lo esencial, a pesar de que siguen colocando un espejo (deformado) ante nosotros, y nos muestran las miserias de la corrupción que nos rodea, esta denuncia farsesca no me enamoró como otras anteriores.  
 

  También al final de la temporada pasada pude ver en el Teatro de la Zarzuela a la Compañía Nacional de Danza. De las tres piezas que conformaban el programa la que más me gustó fue "Órbitas y derivas" con coreografía de Àngels Margarit, estreno absoluto en la primera colaboración de la artista catalana con la CND. Me llamó la atención que el teatro aquella tarde sólo estuviera ocupado en la mitad de su aforo; no quise ser malpensado, pero se me pasó por la cabeza que la marcha de Nacho Duato de la compañía pudiera influir en la afluencia de público, quién sabe...                                                                                                

  Y luego llegó Barcelona... En una nueva entrada os contaré mi comienzo teatral en esta ciudad.

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