Otros jóvenes veteranos, La Zaranda, me brindaron la última función teatral que viví en Madrid. En el Teatro Español, en la Plaza Santa Ana que tantas veces paseé. Genios como siempre, aunque no tan geniales esta vez... En mi opinión, "Nadie lo quiere creer", su última creación, baja un poquito su siempre altísimo listón. Su personal lenguaje, en esta ocasión, parece ir por un atajo delicado; tuve la sensación de que en la búsqueda de la risa se escogía un camino algo fácil. Aconstumbrados como nos tienen siempre a una depuración de lo esencial, a pesar de que siguen colocando un espejo (deformado) ante nosotros, y nos muestran las miserias de la corrupción que nos rodea, esta denuncia farsesca no me enamoró como otras anteriores.
También al final de la temporada pasada pude ver en el Teatro de la Zarzuela a la Compañía Nacional de Danza. De las tres piezas que conformaban el programa la que más me gustó fue "Órbitas y derivas" con coreografía de Àngels Margarit, estreno absoluto en la primera colaboración de la artista catalana con la CND. Me llamó la atención que el teatro aquella tarde sólo estuviera ocupado en la mitad de su aforo; no quise ser malpensado, pero se me pasó por la cabeza que la marcha de Nacho Duato de la compañía pudiera influir en la afluencia de público, quién sabe...
Y luego llegó Barcelona... En una nueva entrada os contaré mi comienzo teatral en esta ciudad.
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