Los pasados meses de abril y mayo Els Joglars presentaron en Madrid su última producción, "Zénit", primero en el teatro María Guerrero y posteriormente en el teatro Amaya. Ya dediqué entonces una entrada al espectáculo, pero ahora vuelvo de nuevo a la compañía catalana por diferente motivo. La cuestión es que, aprovechando su visita a los escenarios madrileños, el Teatro del Barrio organizó un taller impartido por Ramón Fontserè, actual director y actor de estos veteranos juglares. Bajo el título de "Del actor al personaje" se realizó el curso a lo largo de una semana, al que yo pude asistir como oyente. En los días previos al taller recuperé un libro que había leído hacía ya bastantes años, "La guerra de los 40 años" (Els Joglars. Editorial Espasa Calpe, Madrid 2001), con idea de releerlo y refrescar lo conocido sobre este grupo de tan larga trayectoria.
En este título la propia compañía hace un repaso a su propia historia, a través de capítulos temáticos que abordan los diferentes aspectos que atañen a la creación teatral. Es un libro que se lee con verdadero gusto y que supone una lección para todo aquel interesado en crear material teatral, al margen de poder conocer al grupo en sus diferentes etapas y su relación con la coyuntura (política, social, cultural) de cada momento. A continuación reproduzco algunos fragmentos del libro que me parecen interesantes:
"Para los actores el fracaso es algo muy cotidiano y no tienen más remedio que aprender a convivir con él. A medida que pasa el tiempo son más conscientes de sus limitaciones y huelen el fracaso a la vuelta de la esquina. El que conoce el éxito conoce el fracaso. A más años, más miedo le tienen. Pero el fracaso les estimula. Ningún actor puede hacer su trabajo sólo con gracia y facilidad. Y así no tienen otro remedio que matarse a trabajar. Para fracasar de nuevo."
"No es que no aceptemos subvenciones. Es que no hay nadie dispuesto a dárnoslas. Quizá nuestra actitud ha ido cerrándonos, poco a poco, esta posibilidad. El orgullo cuesta caro, pero preferimos no tener el dinero y no tener que callar. Y, en todo caso, no tenemos más remedio que adaptarnos: somos de la opinión de que la austeridad tiene mucho que ver con la esencia del arte, que las limitaciones materiales son un gran estímulo y que con pocos medios bien pensados se puede conseguir un producto de calidad."
"Ahora bien, ninguno de estos problemas tiene importancia al lado del problema fundamental, que es saber lo que se quiere decir. Sí, suena raro. Pero es lo habitual. Muchas obras de teatro se estrenan sin que el director sepa lo que ha querido decir. Pasan los días y sigue sin saberlo. Y puede que las representaciones acaben y siga en sus trece. A veces algún crítico le dice lo que ha querido decir. Es muy bonito. El crítico, naturalmente, no tiene tampoco la menor idea. Pero el choque de dos ignorancias revela la verdad. Como el big bang."
Existe bastante bibliografía acerca de Els Joglars. Y el libro del que ahora me he ocupado es un buen ejemplo para comprender la importancia que tuvo esta compañía en el desarrollo de las artes escénicas de este país.
En este título la propia compañía hace un repaso a su propia historia, a través de capítulos temáticos que abordan los diferentes aspectos que atañen a la creación teatral. Es un libro que se lee con verdadero gusto y que supone una lección para todo aquel interesado en crear material teatral, al margen de poder conocer al grupo en sus diferentes etapas y su relación con la coyuntura (política, social, cultural) de cada momento. A continuación reproduzco algunos fragmentos del libro que me parecen interesantes:
"Para los actores el fracaso es algo muy cotidiano y no tienen más remedio que aprender a convivir con él. A medida que pasa el tiempo son más conscientes de sus limitaciones y huelen el fracaso a la vuelta de la esquina. El que conoce el éxito conoce el fracaso. A más años, más miedo le tienen. Pero el fracaso les estimula. Ningún actor puede hacer su trabajo sólo con gracia y facilidad. Y así no tienen otro remedio que matarse a trabajar. Para fracasar de nuevo."
"No es que no aceptemos subvenciones. Es que no hay nadie dispuesto a dárnoslas. Quizá nuestra actitud ha ido cerrándonos, poco a poco, esta posibilidad. El orgullo cuesta caro, pero preferimos no tener el dinero y no tener que callar. Y, en todo caso, no tenemos más remedio que adaptarnos: somos de la opinión de que la austeridad tiene mucho que ver con la esencia del arte, que las limitaciones materiales son un gran estímulo y que con pocos medios bien pensados se puede conseguir un producto de calidad."
"Ahora bien, ninguno de estos problemas tiene importancia al lado del problema fundamental, que es saber lo que se quiere decir. Sí, suena raro. Pero es lo habitual. Muchas obras de teatro se estrenan sin que el director sepa lo que ha querido decir. Pasan los días y sigue sin saberlo. Y puede que las representaciones acaben y siga en sus trece. A veces algún crítico le dice lo que ha querido decir. Es muy bonito. El crítico, naturalmente, no tiene tampoco la menor idea. Pero el choque de dos ignorancias revela la verdad. Como el big bang."
"La Torna" Els Joglars, 1977
Existe bastante bibliografía acerca de Els Joglars. Y el libro del que ahora me he ocupado es un buen ejemplo para comprender la importancia que tuvo esta compañía en el desarrollo de las artes escénicas de este país.
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