El corazón hambriento como el mar. Festival SURGE. Teatro El Umbral de Primavera. Octubre 2020

martes, 10 de junio de 2014

AUTORRETRATO DE UN JOVEN CAPITALISTA ESPAÑOL

  En el Teatro Municipal de Palafrugell y dentro de la programación del Festival Í-taca, nos visitó Alberto San Juan, con este trabajo escrito, dirigido e interpretado por él mismo. Parece que los sucesos que estamos viviendo últimamente se alinean a la par que el espectáculo y, así, a los dos días de ver sobre el escenario como el actor desmenuza nuestro presente monárquico parlamentario, se hacía oficial la abdicación del campechano que ha ocupado la jefatura de estado en nuestro particular juego de tronos durante cuatro décadas. Continuamente tiene uno la sensación, sobre todo en los últimos años, desde que el crack de Lehman Brothers hizo que algunos se apresuraran a anunciar el fin del capitalismo (su refundación, puntualizaba Sarkozy, alias el pequeño Nicolás), de estar viviendo hechos históricos que sobrepasan la capacidad de cualquier dramaturgo para imaginar intrigas o revoluciones.


  San Juan echa la vista hacia atrás buscando de dónde vienen estos lodos, pero en una acertada elección escénica, más que respuestas nos ofrece preguntas. Esta es una característica, no ya del teatro, sino del arte en general, que a mi modo de ver nunca debería faltar para hacer interesante cualquier propuesta. Ya sea a través del recuerdo personal (genial la anécdota que le cuenta su amigo Margallo), o por medio de la cita histórica literal (el juramento de Juancar garantizando la continuación de los pilares en los que se apoya el Régimen, el del tío Paco) Alberto San Juan realiza un trabajo notable en el que se cuestiona hasta sí mismo, asumiendo el riesgo de exponerse no sólo como víctima, sino también como cómplice de este desfalco que padecemos hoy en día. Aquellos barros acabaron cubriéndonos a (casi) todos, pero se agradece que en este escenario el naufragio se muestre con buenas dosis de humor, con recursos actorales que nos certifican que estamos ante un actor riguroso, que se mueve por las tablas a lo largo de dos horas con una facilidad que pocos pueden, y que conecta con el público desde el juego y no sólo desde el discurso.
  Puede que, para algunos, este espectáculo resulte facilón (el sistema nos pone los argumentos para arremeter contra él en bandeja) o panfletario (como algunas críticas recibidas por el último disco de Nacho Vegas), pero con la que está cayendo, a mí se me hace obligatorio difundir estas verdades, que al final es lo que son. Verdades como puños, puños en alto en las calles, puños en alto en los escenarios.


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