viernes, 7 de marzo de 2014

Adiós a un poeta

  Allá por otoño de 1.995, visité a Leopoldo María Panero en el centro psiquiátrico de Mondragón. De allí había sacado su nombre la célebre orquesta de los años ochenta, cuyo cantante y frontman había intentado tranquilizar a sus padres explicándoles que su grupo era del tipo Mocedades. Desconozco si a Leopoldo María le podía hacer gracia aquel esperpento humorístico, no se lo pregunté. Sí que me habló de su amor por la música y el teatro. Entre cocacolas y cigarrillos, uno detrás de otro, hilvanamos una conversación que ahora recuerdo con nostalgia, en el momento de su muerte.
  Aquella tarde me acompañaba mi compañero Ion Barbarin, con la intención de hacer una entrevista al poeta para publicarla en un fanzine que tenía entonces entre manos: Entre el cielo y los raíles. Cuando regresábamos de camino a casa, nos dimos cuenta de que habíamos accionado mal la grabadora y nada de nuestra charla se había registrado. Así que haciendo memoria escribí todo lo que recordaba rapidamente.
  Tras aquel primer encuentro hubo un segundo. Le entregué una copia del fanzine, aunque él me recibió más hermético que la primera vez y me despedí con la sensación de estar dentro de uno de sus poemas.
  A continuación transcribo literalmente lo que, finalmente, se publicó en aquellas páginas de aficionados a la poesía a comienzos de 1.996. 





¡VIVA EL DEMONIO!
(Encuentro con Leopoldo María Panero)

  "Pero temed más bien la ausencia de todo
   deseo
   Pero temed más bien la ausencia de frío y de 
   fuego."
                                                     L.M.P.

  En una soleada tarde de octubre llegamos a Arrasate (Mondragón), entorno cuya belleza natural contrasta con muchos de sus contenidos. Uno de ellos es el Hospital Psiquiátrico Santa Águeda, lugar de nuestra cita. Allí fuimos recibidos con los brazos abiertos por un sonriente Leopoldo María Panero, que enseguida nos confesó: "Esto parece muy bonito, pero es el infierno."
  En su habitación, máquina de escribir omnipresente, junto a numerosos libros y algunas fotos, un cartel de Teatro Matarile. Nos sorprende dándonos una copia de su última obra dramática, que proximamente se podrá ver sobre los escenarios; su título es "Carne Vale". Hablamos sobre teatro: "Ahora estoy leyendo -El teatro y su doble- de Antonin Artaud y sí, conozco -El pesanervios-, es su mejor obra."; "... también me gustan los autores del teatro del absurdo, Ionesco ha influido en mi escritura dramática, claro."; "Sí, me gustaría ver alguna de mis obras representada con marionetas, sería divertido, daría mucho juego."
  Después nos marchamos a un bar donde la charla prosiguió por otros derroteros. Frente a nosotros está un hombre inteligente, de mirada franca, desafiante unas veces, pícara otras y asomando también cierto poso de tristeza en algún momento. Leopoldo María Panero no cultiva su imagen de loco: "Resulta atractivo, me gusta ser la foto del loco ante los periodistas y medios de comunicación, pero para estar en el manicomio de las pelotas es una putada..."
  Supongo que todo aquel que escribe tiene una razón para hacerlo, en el caso de Panero, "escribo poesía como una manera de defenderme, la poesía es mi arma. A veces corrijo los poemas, pero otros se quedan tal y como los escribo la primera vez, salen ya elaborados. Mi poesía no es una obra confesional. En mi obra no hay sitio para la esperanza. Mi poesía va más allá de la deseperación. La única esperanza que tengo la representa el programa de radio."
  Leyendo la extensa obra del autor nos encontramos continuamente con citas literarias que despiertan nuestra curiosidad e interés: "Algunas de esas citas son falsas. Borges también usaba citas falsas en sus libros. Recuerdo una anécdota muy divertida en la cual Vicente Molina Foix me felicitó por haber incluido una cita de un autor raro que decía admirar mucho y que ciertamente...¡no existía!" (la carcajada es general, claro.) También el poeta incluye citas musicales en sus poemas y escucha música habitualmente: "Me gusta mucho Bach, porque su música es tan fría como mi poesía. Stravinsky utiliza una métrica en la que en ocasiones me he basado para escribir poemas. También alguno de mis poemas ha sido musicado, Luis Auserón compuso una canción con una de mis poesías."
  En unos versos de Leopoldo, "Corrección de Yeats", el poeta reza para que al morir no se le recuerde como a un loco. El poeta irlandés se sentía naturalmente atraído  por las ciencias ocultas y los fenómenos paranormales; "Sí, a mí también me atraen, como a Yeats, todos estos temas. Él pertenecía a una organización llamada -The Golden Dawn-, donde estba también Bram Stoker. Me fascina todo aquello."
  De aquí la conversación deriva hacia las figuras de Dios y el Diablo: "Creo en Dios, en el dios de Espinoza, no en el de los cristianos. Dios es homosexual y el diablo existe, está con nosotros, en la sociedad. Tengo un poema titulado -Himno a Satanás-. Pero el Diablo no es el opuesto de Dios, no es el Bien y el Mal."
  Hace tiempo que el poeta espera un traslado a Leganés, retrasado por jueces y burocracias, pero donde realmente quisiera ir Leopoldo es a Tánger: "Sigo soñando con ir a Tánger. No, no sabía que Paul Bowles vivera allí, pero sí, me gustaría conocerle. También me gustaría viajar a Hong-Kong, por los fumaderos de opio."
  Después hablamos sobre otras artes, "me gusta mucho la pintura. Los pintores son todos unos esquizos. Su obra tiene un gran valor, la pintura es una expresión transparente, mucho más que la literatura." y también sobre política: "Los políticos son todos unos paranoicos. No me interesa la política. Antes pensaba que sólo les olían los pies a los de la derecha, pero ahora veo que también a los de izquierdas les apestan; ¡los pies de Carrillo deben ser insoportables! Sí, paso de la política." (risas)
  Podría parecer que la periódica edición de libros suyos suponen un estímulo en su vida: "Hombre, sí. Pero de todas maneras hay detrás de todo eso unos intereses económicos muy claros. Sólo les interesa vender un nombre y la imagen del loco, la obra no les importa. Por ejemplo, existe en las librerías una traducción de Peter Pan firmada por mí que yo nunca he escrito. Peter Pan es un personaje que me gusta mucho, pero yo sólo redacté el prólogo para el libro, no lo traduje. Mi firma apareció por presión del editor, yo no tenía nada que ver con aquello."
  La tarde va pasando. De vez en cuando Leopoldo saluda a amigos que se acercan a nuestra mesa y la conversación continúa entre temas diversos, risas y también silencios; pero como dice uno de sus versos, "¿qué gran conversador no ha tropezado alguna vez con un silencio prolongado?" Más tarde, al salir del local, pasamos por delante de una iglesia y Leopoldo nos comenta muy divertido que los curas que viven en ella le temen, ya que le creen el Anticristo. Todos nos reímos y llega el momento de la despedida. Y ese hombre capaz de estremecernos con sus versos, que extrae a la terrible fealdad su belleza, compositor de poemas rotundos y dueño de un despierto sentido del humor, levanta el brazo y se despide al grito de "¡viva el demonio!".






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