domingo, 24 de febrero de 2013
JUICIO A UNA ZORRA
Un martes a finales del año pasado. Una sala de teatro llena. La Machi. Y yo pensando en comprarme un sombrero para poder descubrirme ante esta actriz de casta. En los días previos a mi paso por el Lliure de Gràcia se vivió en la ciudad condal (esta denominación ya sólo puede tomarse a pitorreo; "Conde, conde, ¿qué esconde?") cierta polémica en torno a la presencia de Carmen Machi en Barcelona. La artista había firmado un manifiesto acerca de la relación entre Catalunya, España y los nacionalismos de uno y otro lado, que puede recuperarse tirando de hemeroteca y sobre el que no entraré a valorar aquí y ahora... por puro aburrimiento. Nos encontrábamos en plena campaña electoral, y aunque los vientos independentistas se calmaron como era de esperar tras las elecciones, en ese momento hubo quien quiso promover un boicot a la Machi; no le nombraré por no hacerle publicidad gratis (tampoco la necesita, ja ho sé, doncs és molt conegut...) pidiendo al público barcelonés que no acudiese a ver Juicio a una zorra. Pues bien, como ya he dicho, martes y el teatro lleno; y al final de la obra toda la platea puesta en pie para aplaudir el talento y el trabajo de una gran intérprete.
Este monólogo dirigido por Miguel del Arco nos presenta a Helena de Troya saldando cuentas, defendiéndose en un hipotético juicio ante el jurado compuesto por el público del vituperio recibido a lo largo de los siglos... Una realidad que ha sido la de muchas mujeres, llevada a los escenarios mediante un texto inteligente que nos hace reflexionar sobre algo ya sabido: que la Historia la escriben los ganadores y casi siempre son hombres... Una puesta en escena sencilla, al servicio del texto y de la interpretación, donde el personaje sincera todo su justificado rencor por medio del alcohol, y conforme más se embriaga más libre se siente para decir todas esas verdades en voz alta. Los borrachos no mienten, dicen, y conforme su declaración avanza, parece claro que el veredicto de los espectadores la exime de culpa por unanimidad. No hay condena, si acaso no lo sea que esa sonrisa que nos provoca en muchos momentos, mude en punzada ante la injusticia.
El único pero que me atrevería a ponerle al montaje, es el uso abusivo de la música, subrayando momentos de manera innecesaria y ese final de revista que, a mi parecer, no guarda mucha relación con el resto de la propuesta. En fin, reitero mi respeto hacia esta intérprete, popular por sus trabajos televisivos, pero que muchos ya admirábamos desde los tiempos de La Abadía. Y el Teatre Lliure la reivindica presentándola de nuevo en sus escenarios, dentro del elenco de "Dispara/ Agafa tresor/ Repeteix", montaje que comentaré en una próxima entrada.
http://www.youtube.com/watch?v=Hj-tvo8nt48
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